Este espacio corresponde a la que fuera la antigua capilla de San Ignacio de Loyola. De ella conserva al fondo su retablo rococó dorado y jaspeado, de un solo cuerpo, con tres calles y cuatro columnas salomónicas sencillas. En su hornacina central se sitúa una talla de la Inmaculada del siglo XVII y sus calles laterales están ocupadas por dos tallas de madera policromada de San Pedro y San Pablo.
En una de las principales vitrinas de la sala, se encuentra la célebre colección de zapatos episcopales bordados en sedas y oro y usados por los prelados en otro tiempo en cada una de las principales solemnidades de la Catedral. Los más antiguos datan del siglo XVIII y se encuentran en un excelente estado de conservación.
También en el centro de la sala, se sitúa una excelente arqueta eucarística de origen hispano-filipino, de final del siglo XVII. Esta singular urna fue regalo de un mindoniense que la hizo traer desde Filipinas cuando dichas islas estaban bajo dominio español. Está realizada de carey y láminas de plata repujada.
La sala se completa con una serie de vitrinas que incluyen ropa litúrgica, piezas de orfebrería en plata, crucifijos de marfil y distintos óleos sobre cobre. La mayoría de las piezas expuestas datan de los siglos XVII y XVIII. Nos despide de esta sala un magnífico relieve policromado y dorado de la Asunción del siglo XVII.
Una de las principales obras de esta sala es la serie de relieves policromados de alabastro al óleo pertenecientes al taller de Londres, del siglo XV. Éstos se encontraban antiguamente en la predela que tuvo el antiguo retablo de la catedral. Nos muestran la presentación de la Virgen en el templo, la Santísima Trinidad, el nacimiento de Jesús y la circuncisión. Tan sólo uno de ellos ha llegado completo hasta nosotros.
En la vitrina contigua, una serie de representaciones bíblicas de alabastro policromado decorados al agua, también del siglo XV, en este caso, provenientes del taller de Nottingham. Todos ellos proceden del antiguo retablo de la Parroquia de San Esteban de Valcarría en Vivero.
En la parte central destaca una Cruz procesional de bronce fundido y cincelado y un conjunto de incensarios góticos, también de bronce. Todas estas piezas pertenecen al siglo XV.
Además de la numerosa orfebrería en plata, llama la atención las distintas tablas flamencas colgadas sobres sus paredes y algunas tallas, entre las que destacan una Virgen del siglo XI encontrada en el casco de un barco que llevaba siglos hundido en el mar.
Nada más entrar llama la atención una talla de la Sagrada Familia de finales del siglo XVII. Barroca y ricamente estofada, es obra de un discípulo de Gregorio Fernández y está inspirada en otro grupo del propio autor existente en San Antolín de Tordesillas.
Al igual que en las anteriores salas, una vitrina nos muestra parte de la gran colección orfebre del museo catedralicio y diocesano. En ella se aprecian diferentes cálices, incensarios y demás servicios litúrgicos elaborados en plata.
También en esta sala se distinguen dos magníficas tallas de la Virgen con el Niño, ambas anónimas y de madera policromada. Una de ellas, del siglo XVI, se conoce como nuestra Señora de la Sede. A su lado, una Virgen aparece dando el pecho al Niño. Se trata de una talla del siglo XII que conserva su primitiva policromía. La sala se completa con una serie de óleos pertenecientes al siglo XVIII.
Esta sala está presidida por un retablo del siglo XVII titulado Magdalena Penitente. Se trata de un sencillo edículo de estilo renacentista preparado para albergar la imagen gótica de Santa María Magdalena, reclinada y con un libro en la mano. Su anterior ubicación fue la capilla que tuvo dedicada en la catedral.
También, en lugar destacado, se encuentra un pequeño altar portátil con el niño Jesús meditando en la pasión.
Otra manifestación más de la riqueza orfebre del museo y un gran óleo sobre lienzo del siglo XVIII que representa a un Ecce Homo completan la estancia.
La última sala del museo alberga un hermoso óleo compuesto por una escena entre dos pilastras estriadas. La obra es anónima, del último cuarto del siglo XVI, y está dedicada a Santa Catalina.
También se pueden apreciar algunas tallas. Entre ellas, una mística escultura de San Francisco de Asís del siglo XVIII, vistiendo el hábito de la Tercera Orden Regular Franciscana, un San Pedro del siglo XVII, y una Virgen del Carmen, de estilo tudoriano, que representa la imposición del escapulario a San Simón Stock.
La riqueza artística de esta sala y del museo, en definitiva, se completa con dos relieves de San Bartolomé y Santa Lucía y algunos lienzos de San Pedro y San Juan Bautista.